domingo, 23 de septiembre de 2012

Cigarros mentolados bajo la lluvia#

Aunque nunca lo reconocería, él siempre acababa por volver a aquel lugar día tras día. No porque realmente le gustara en aquel sitio ni porque fuera su obligación ir, sino porque tenía la esperanza secreta de que tarde o temprano ella volvería a pasar por ese lugar en el que la vio por primera y única vez.
No creía en el amor a primera vista y se negaba a creer que ese fuera el motivo por el que inconscientemente sus solitarios paseos al anochecer vigilados por la luna acabaran siempre allí. 
Simplemente necesitaba volver a verla aunque nunca busco ni encontró respuesta al porqué de aquello. 

Todos los días esperaba frente a la puerta, fumando cigarrillos mentolados bajo la lluvia, con las calcetines mojados y las gafas empañadas en gotas de lluvia entre las que se colaba alguna que otra lágrima despistada, y se iba con el corazón y la esperanza inundada, tras otra tarde perdida frente a una puerta que siempre estuvo cerrada para él. 

una vez creyó verla al final de la calle, oyó perfectamente como pronunciaba su nombre con su cálida y dulce  voz, pero cuando corrió a buscarla ella ya se había ido. 
Quizá fue entonces cuando comprendió que nunca la volvería a ver, que  había cometido el gran error de enamorarse de algo que quizá ni siquiera había llegado a existir fuera de su cabeza y que aún así todas las tardes acabaría esperándola en aquel lugar mojándose los zapatos bajo la lluvia, empapándose en una causa perdida y enamorado de lo imposible.

Efectivamente todos los días regresó a esperarla durante un rato preguntándose  a dónde y por qué se había ido.