sábado, 29 de marzo de 2014

Coraje#

Ella corría, pero no muy deprisa, no fuera que por el camino se perdiera algo importante. Paso a paso, día a día, mes a mes y corazón a corazón ella continuaba avanzando, siempre a velocidad reducida, no fuera que el tropiezo se tornara en algo inevitable. Corría, muy despacio, pero corría al fin y al cabo.
Tenía por costumbre guardar lealtad a la cabalidad, dejarse llevar por unos pasos ordenados y cuidadosamente calculados. Se obligo a marcar un camino y a seguirlo, no fuera que acabara en el lugar equivocado en el momento menos oportuno. Hasta el día en que lo vio por primera vez. Allí sentado, aparentemente distraído, con la mirada perdida y un aroma a imposible que parecía estar empeñado en no desaparecer. Entonces frenó su carrera, alteró sus pasos y erró su camino. Se tropezó con aquella piedra que siempre se había esforzado tanto en evitar y cayó sin remedio, víctima de unos ojos huidizos y una sonrisa descuidada. Miró al amor de frente y él le devolvió la mirada de una forma tan cruel que no pudo sino rendirse ante él y caer de rodillas en el filo gélido que existe entre el vacío y la felicidad.
No duró ni un segundo, fue apenas un instante, un efímero escalofrío que recorrió su espalda sin piedad, aparentemente habría sido imposible darse cuenta, pero ella no necesitó más. Enseguida lo supo. Supo con absoluta certeza que estaba perdida y que ya nada podría salvarla.
El pánico se apoderó de ella, se ahogó en lágrimas invisibles, las dudas la asfixiaron y el miedo a lo desconocido, al no saber qué hacer la atrapó con su amargo abrazo. Ni siquiera ella era capaz de entender como aquello había podido ocurrir. ¿Acaso era posible? ¿Sucedían realmente ese tipo de cosas en aquel mundo solitario y sin sentimientos?

“Tic- Tac”, sonaba. El “tic-tac” se repetía una y otra vez. < ¿Y ahora qué? > pensó. Un nudo apareció en su garganta sin quererlo y su cuerpo entero se volvió frío e inerte, no hubiera podido hablar ni aunque le hubiera ido la vida en ello. El terror la paralizó y nubló sus sentidos hasta que el valor reunió fuerzas suficientes para enfrentarse a él. Algo en su interior empezó a arder, a derretir el hielo que había atado su cuerpo y congelado su mente;  y aquella canción imposible que tantas veces había escuchado años atrás y que un día sin saber por qué pareció haberse quedado muda, al fin volvió a sonar. La oía, y no solo eso podía sentirla hasta en lo más profundo de su ser. Era algo mágico, había vuelto a ocurrir. En ese instante fue consciente del milagro y la sacó fuera. La entonó sin desafinar y la gritó hasta quedarse sin voz y conseguir que quebrasen las cadenas. El coraje apareció. “Si. No.Si.No...” sonaba en su cabeza “Si. No. Si. No, no…si” Las dudas llevaban ventaja, pero el valor gano la partida. 
-Hola. -Dijo, y a esperar el resultado.