domingo, 1 de enero de 2012

Sucedió en 2011#

El champan ya está sobre la mesa, aún sin descorchar, y las doce uvas están perfectamente colocadas y peladas sobre los diferentes platos que permanecen en el mantel.
La ciudad tiene un aspecto casi perfecto, solo tengo que mirar por la ventana para comprobarlo; las calles vacías y supongo que solo es cuestión de tiempo que los cohetes se enciendan.
El reloj pronto dará las doce, casi no me queda tiempo para pensar que deseos voy a pedir para el nuevo año 2012. Solo se me viene a la mente uno. "Por favor que este año sea mejor que el anterior ", más que un deseo parece un ruego desesperado y no se si el año ha sido realmente tan malo como para ser digno de ese ruego, sin embargo ha sido lo primero que se me ha venido a la mente.
En realidad solo ha sido otro año más de desamor, un año en el que he visto sufrir a mis amigos y a mí misma, un año para sentirse sola, para llorar por dos veces lo que normalmente era por uno,el de mirar por primera vez de cara a la realidad sin echar la vista atrás, el año de las resacas y de los planes fallidos que parecían infalibles.
Aunque, ahora que lo pienso, este año ha tenido algo de diferente... de especial.
Todo lo malo ha traído consigo algo bueno, el daño, tanto el mío como el de otros, ha traído consigo nuevas amistades inesperadas. Las nuevas situaciones, han dado lugar a experiencias que jamás creí que llegaría el momento de vivirlas, algunas maravillosas, por que no tienen otro nombre, y otras no tanto, pero experiencias al fin y  al cabo. Nunca el tiempo es perdido, he ganado experiencia y eso juega a mi favor.
No tengo tiempo de seguir pensando, los cuartos empiezan a sonar. Cojo las uvas inmediatamente, no quiero empezar mal, otro año más. Miro la tele y no puedo evitar sonreír. Empiezo a comer las uvas, sorprendentemente los deseos salen solos, algunos quizá no debería haberlos pedido, pero ¿Para que hay doce deseos si no vas a malgastar ninguno?
La última campanada ha sonado ya, y el champagne acaba de ser descorchado.
Un nuevo año, me miro a mi misma, y echo la vista atrás por un momento, al año anterior, irreconocible, es lo único que puedo decir sobre mi misma. Sonrío de nuevo, si tanto he cambiado en un solo año, si he hecho cosas que nunca pensé que haría, claro que todo va a ir bien, mejor que nunca y he llegado a este punto en 2011, el año de mi transformación de, ¿Por qué no? , de madurar aunque no en exceso, claro.
Me dispongo a brindar, por un nuevo año cargado de sorpresas, de nuevas experiencias que no me atrevo ni a pensar, de nuevas amistades, de nuevas risas y de nuevas lágrimas.


Una fiesta me espera, y tengo que darlo todo en la pista de baile que es la vida.
Sonrío al pensar que tal vez ese año, el mismo año en el que me abandonaron, en el que más sola me sentí, en el que vi a tanta gente sufrir, en el que tantas lágrimas he derramado, puede ser también, uno de los mejores años de mi vida y yo puedo no estar dándome cuenta.

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